jueves, 3 de noviembre de 2011

TODO CONTRA DIOS=El atleta a quien Cristo salvó./ EL REGRESO DEL CAPITÁN ALATRISTE O EL CAPITÁN TORREZNO.

TÍTULO: TODO CONTRA DIOS=El atleta a quien Cristo salvó. Un relato sobre las bondades de Dios en nuestra vida… si lo dejamos entrar en ella.
Un joven que fue criado como ateo estaba entrenando para saltos ornamentales a nivel olímpico. La única influencia religiosa que recibió en su vida le había llegado a través de un amigo cristiano. El deportista no prestaba mayor atención a los "sermones" de su amigo, aunque los escuchaba con frecuencia. Una noche, fue a la piscina de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar y decidió hacerlo sin encender la luz. El joven se subió al trampolín mas alto y en el momento en que volvió la espalda a la piscina al filo de la rampa y extendió sus brazos, vio su propia sombra en la pared.

La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz. Esta imagen lo sorprendió tanto que, en lugar de saltar, se arrodilló en la misma rampa y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida. Mientras el joven permanecía quieto rezando, el personal de limpieza ingresó y encendió las luces…

Habían vaciado la piscina para repararla.

TÍTULO: EL REGRESO DEL CAPITAN ALATRISTE O EL CAPITÁN TORREZNO.

El capitán Alatriste es contratado para un trabajo donde se necesitan sus servicios como espadachín a sueldo. Es citado en una extraña casa abandonada y entrevistado por dos sujetos enmascarados (Luis de Alquézar y el Conde de Olivares) quienes le señalan que existen dos viajeros ingleses, cuyo nombre no interesa, que merecen recibir un escarmiento antes de que lleguen a la embajada inglesa, que es su destino final. Las instrucciones son hacer que parezca un robo pero, bajo ningún motivo, matarlos. Al retirarse el enmascarado principal (Olivares), aparece fray Emilio Bocanegra, quien cambia las órdenes y señala que se deben eliminar a los ingleses por ser herejes. Alatriste no recibe de buen ánimo las nuevas instrucciones y se mantiene receloso, a diferencia del segundo espadachín contratado (Malatesta) quien manifiesta estar de acuerdo en matar a los ingleses.

El día de la llegada de los ingleses, Alatriste y Malatesta esperan a los ingleses en una calle de Madrid y al atacarlos estos ponen resistencia. Cae uno herido lo que causa que el otro inglés arriesgue su vida y lo proteja desesperadamente pidiendo cuartel. Este hecho hizo saltar las reservas de Alatriste quien se enfrenta a Malatesta para evitar que éste mate a los ingleses. Ahuyentado Malatesta (quien dejó en claro que se iban a volver a encontrar), Alatriste lleva a los ingleses a la casa del conde de Guadalmedina para que le ayude. Allí se entera que el inglés herido era el príncipe Carlos de Gales y futuro rey de Inglaterra y el otro caballero era el duque de Buckingham, quienes venían a España para solicitar al rey la mano de la infanta María, hermana de Felipe IV.

Se decide dejar oculto el incidente y la visita de estado del príncipe de Gales quien agradeció a Alatriste por su ayuda y le ofreció su apoyo. Sin embargo, el rey Felipe IV no tenía ningún interés en concertar el matrimonio de su hermana con Carlos de Inglaterra por lo que se dedica a darle largas hasta que el inglés se canse de la situación y regrese a su país.

Mientras tanto, Bocanegra y Alquézar deciden deshacerse de Alatriste y mandan a Martin Saldaña a buscarlo, le llevan a un sitio abandonado a las afueras de Madrid y le someten a juicio para averiguar si les ha implicado en algo y para saber el motivo de su renuncia a la verdadera religión. Al finalizar la entrevista dejan libre a Alatriste y le dicen que el castigo vendrá de Dios y no de ellos.

Cuando Alatriste sale del recinto precavido se encuentra su espada viniendo por los aires y a Iñigo dejándose el hombro en cada tiro de pistola contra tres hombres.

Pasan varios dias y acuden a ver una reposición de Lope de Vega en el Corral del Príncipe. Donde se representaba la obra, Alatriste descubre varios sicarios que se le acercaban. La lucha se entabla y Alatriste cuenta con la gran ayuda de Francisco de Quevedo, quien lo ayuda a batirse con los cuatro sicarios. Ante el escándalo y, reconociendo a Alatriste, Buckingham y Carlos de Inglaterra, que se encontraban en el palco real junto al rey, señalan tener una deuda de vida con Alatriste y acuden a su ayuda.

Alatriste acaba la velada en la cárcel de Corte y por la mañana acude al Alcazar Real y se cuadra frente al hombre que podía matarle solo con un gesto de su mano, el Conde Duque de Olivares. Después de una conversación intensa, Alatriste queda libre y mientras, en las puertas Íñigo mantiene una conversación con Malatesta en la que jura que algún día matará al Capitán.

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