lunes, 14 de noviembre de 2011

LA NATURALEZA CON EL QUEBRANTAHUESOS.

El quebrantahuesos-foto. (Gypaetus barbatus) es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae. Es un buitre notablemente distinto de otras aves de presa parecidas. Recibe su nombre por su costumbre de remontar huesos y caparazones hasta grandes alturas para soltarlos, partirlos contra las rocas y poder ingerirlos para alimentarse. Se trata de una especie amenazada en amplias zonas de su distribución, y en el continente europeo es un animal en grave peligro de extinción que ha desaparecido de varias regiones donde antes era abundante. En la actualidad se le puede observar en la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, los Alpes (donde ha sido reintroducido) norte de África, el Gran Valle del Rift, Sudáfrica, Grecia y desde Anatolia hasta los montes Tian Shan y el Himalaya.
La envergadura media de esta especie es de 2,5 m, aunque algunos ejemplares pueden alcanzar los 2,8 m. Su peso puede variar entre 4,5 y 7 kg. Son características de esta especie las alas largas y estrechas, la cola larga en forma de rombo y el hecho de tener la cabeza recubierta de plumas, al contrario que el resto de buitres. Esto se debe a que el quebrantahuesos no introduce la cabeza y cuello en los cuerpos de animales muertos, sino que es una especie osteófaga (de hecho, es la única ave que se alimenta casi exclusivamente de huesos): cuando los mamíferos carnívoros, cuervos y otras especies de buitres han hecho desaparecer las partes blandas, los quebrantahuesos acuden para alimentarse de los huesos. Cuando estos son demasiado grandes para poder tragarlos los agarra con sus patas y los deja caer en zonas rocosas para partirlos en fragmentos más pequeños que pueda ingerir. Esta práctica no es para comer el tuétano, como mucha gente cree, el quebrantahuesos ingiere el hueso entero, pudiendo tragar trozos de hasta 20 cm de longitud. Se estima que un 75% de su dieta se compone de lo que obtienen de los huesos de ungulados domésticos y salvajes. El resto lo componen pellejos y restos de carne, y alguna que otra tortuga muerta, previo despeñamiento de su caparazón. Se alimenta de huesos y otros restos de animales muertos.
El color del plumaje varía enormemente con la edad, distinguiéndose hasta 4 coloraciones diferentes a lo largo de la vida del animal:
  • Los individuos de menos de un año tienen una coloración parda clara en el vientre, marrón en la cara interna de las alas y la cola y negra en los extremos de éstas, cabeza y dorso. En la espalda se observa un escudete de pelaje blanco.
  • Entre 1 y 3 años el cuello sigue siendo oscuro, pero las plumas de la cara y vientre han cambiado a amarillentas, como en el adulto. La cola se ha vuelto ligeramente más clara.
  • Entre 3 y 6 años las plumas de las alas se vuelven grisáceas, mientras que las del cuello empiezan a sustituirse por marrones y luego amarillentas. Las de los hombros y brazos se oscurecen con el tiempo.
  • Los individuos de más de 6 años tienen las alas y la cola más afiladas. El cuerpo, cuello y cabeza son enteramente blanco-amarillentos, algo sólo interrumpido por el antifaz negro de los ojos y en algunos casos un fino collar de plumas negras en la base del cuello. Las alas y cola son grises, aunque en el caso de las primeras destacan las coberteras negras y las axilas blancas. El dorso es pardo oscuro.
Además, la subespecie presente en Eurasia y el Magreb (G. b. barbatus) presenta en estado adulto unas ligeras líneas negras en la zona de los oídos, característica de la que carece la subespecie del sur y este de África (G. b. meridionalis). Esta especie no presenta dimorfismo sexual. Las formas más septentrionales presentan las patas emplumadas hasta los dedos; por el contrario, en África se encuentra una subespecie de patas desplumadas.
Los quebrantahuesos habitan en zonas montañosas y escarpadas, dotadas de grandes barrancos o acantilados desde donde poder arrojar sus capturas para alimentarse de ellas. Además, prefiere buscar también zonas de cuevas, donde pueda nidificar sin ser molestado. Los quebrantahuesos suelen compartir hábitat con rebecos y cabras montesas. En la actualidad únicamente se han mantenido sin extinguirse en los Pirineos.
La zona de nidificación y alimentación puede ser abandonada si no hay cadáveres en ella, aunque luego retornan con sus capturas. Estudios realizados en Sudáfrica demostraron que los quebrantahuesos meridionales pueden recorrer planeando zonas de hasta 30 km² buscando algo con que alimentarse. Los jóvenes que se independizan de sus padres también recorren largas distancias, pero vuelven a sus áreas de origen cuando llegan a la madurez para encontrar pareja y formar un nido, por lo que la velocidad a la que se expande su área de distribución es muy lenta. Los polluelos criados en semilibertad en los Picos de Europa y los Alpes, donde esta especie se había extinguido, se han instalado allí sin problemas. Las citas de la zona norte de Burgos y La Rioja, indica que también criaba hasta mediados de los años 60 del siglo XX en el desfiladero de Pancorbo y cerca de allí en Bujedo (montes Obarenes)[3] y más al sur en Urrez (Sierra de la Demanda). También hay referencias de cría en la comarca burgalesa de La Lora (valle del Rudrón) y en montes riojanos cerca de Calahorra.[4]
Se espera reintroducir también la especie en la sierra de Cazorla y la de Segura.
Las parejas de quebrantahuesos se forman al comienzo de la madurez y se mantienen durante el resto de la vida. Son sedentarias y se reproducen cada año en un único nido que construyen a la entrada de una cueva o en alguna repisa protegida contra los vientos. La época de celo se inicia en septiembre u octubre, realizándose las puestas (normalmente de dos huevos) entre diciembre y marzo. Ambos padres se turnan para incubar los huevos durante dos meses y luego continúan haciéndose cargo de los polluelos de forma conjunta, pero no evitan que el polluelo más fuerte acabe matando al débil, como ocurre también en las águilas.
Tras 4 meses en el nido, el pollo superviviente madura lo suficiente como para emprender su primer vuelo, pero continúa siendo alimentado por sus padres, a los que ahora acompaña y aprende de ellos a alimentarse por sí mismo. Este periodo de aprendizaje dura entre 95 y 247 días, al cabo de los cuales se produce la emancipación,etc.

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