sábado, 19 de noviembre de 2011

ADIÓS: UN PÉSAME DIGITAL/MEA CULPA/.QUÉ HAY DE NUEVO CON FIEBRE BRONTE:

TÍTULO:ADIÓS: UN PÉSAME DIGITAL : Entre caminos de mi vida voy buscado el adiós con un pésame digital que me pareció enamorado sobre dorados caídos del cielo estrellado.
Como soldados salvados por las guerras en países que sufre por conseguir la paz del mundo. Pero me quedo la duda de saber que el adiós es el pésame digital perdido en el tiempo.
Al llover entre mis manos es como besar a la chica marchada al mundo del internet como engaños que tiene sus pasos como mentiras entre palabras envueltas con amargo adiós del pésame digital.

TÍTULO: MEA CULPA: A igualdad de cargo, las mujeres nos sentimos el doble en culpables que ellos si recibimos un correo laboral mientras estamos en casa.
Da igual que seamos independientes inteligentes.
Luchamos. O que tengamos claro que somos un ser humano que solo se define por su pareja e hijos.
La responsabilidad siempre estará escondida, aprovechando como herpes el momento propicio para
sacarnos un doloroso sarpullido de culpa.

TÍTULO: QUÉ HAY DE NUEVO CON FIEBRE BRONTE:
Las hermanas Brontë no tienen igual en ninguna literatura. Charlotte (con cuatro novelas), Anne (con dos) y Emily (con una, inolvidable) crearon arquetipos y pasiones que siguen alimentando el imaginario romántico de lectores de todas las edades y sexo.
JANE EYRE; DE CHARLOTTE Y "CUMBRES BORRASCOSAS", EMILY, VUELVE A LA GRAN PANTALLA.
El de 1847 ha quedado como un annus mirabilis de las letras inglesas. En esos doce meses aparecieron nada menos que Dombey e hijo de Dickens, La feria de las vanidades de Thackeray, Tancred de Disraeli, Jane Eyre de Charlotte Brontë, Cumbres borrascosas de Emily Brontë y Agnes Grey de Anne Brontë. La parte más enigmática de tal confluencia radica en cómo tres hermanas aisladas en una aldea remota de Yorkshire, sin más horizontes que unos ilimitados y desolados páramos, pudieron producir unas novelas (sobre todo Charlotte y Emily, aunque no debe obviarse a Anne) que subvirtieron de golpe las apacibles pautas de la narrativa victoriana e inyectaron en la ficción inglesa un genuino pathos y unas pasiones huracanadas. Las hermanas Brontë pues, de una sola tacada, y cada una con sus propios recursos técnicos, introdujeron el yo romántico donde hasta entonces solo se había pintado el amor como intercambio social (Fanny Burney, Jane Austen); y las tres crearon además indómitas heroínas que, en su afán de autorrealización, desafiaban las convenciones sociales y cedían a un impulso de rebeldía que las llevaba incluso a la autodestrucción. Ahora bien, lo asombroso no es solo que el talento más alto eclosionase en tres miembros de un mismo clan; sino que lo hiciera en el seno de una familia diezmada por la tuberculosis.

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